Mundo
«Lamentamos haber permitido la eutanasia en lo más precioso que teníamos: nuestra hija»
Autorizar que se suministrara una dosis letal de morfina a su hija Esther, de cinco meses, ha sido la peor decisión de su vida, la que ha «convulsionado» su conciencia para siempre.
Peter y Machteld son una pareja joven que vive en Amsterdam y que deseaba fervientemente tener hijos. Cuando por fin ella se quedó embarazada y dio a luz, todo cambió: «Nuestras espectativas se acabaron cuando comprendimos que nunca habríamos podido tener a Esther entre los brazos sin causarle dolor», explica Machteld. Y es que su pequeña hija padecía una enfermedad por la que cualquier contacto le provocaba una dolorosa herida en la piel. «Lloraba siempre», recuerda Peter. «Era muy pequeña porque era imposible alimentarla: cuando se intentó con un tubo, el resultado fue una lesión en el estófago y otra en la boca».
Comienza el calvario. «Y entonces, los médicos pronunciaron esa palabra: eutanasia». Los doctores les aseguraron que una dosis de morfina bastaría para acabar «con su dolor y con el nuestro», explica Peter. Fue una «intervención» rápida pero, días después, comprendieron que su decisión había sido tomada «por comodidad» y comenzaron a sentirse culpables: «Hemos permitido la supresión de lo más precioso que teníamos: nuestra hija», lamenta el padre. «Antes de la intervención pensábamos que actuábamos por su bien, para que dejara de sufrir. Pero, en el fondo, fue una decisión egoísta», reconoce Machteld. Para su tranquilidad y la del doctor, el certificado médico no dejó rastro de culpables: Esther había fallecido de «muerte natural», como los veinte bebés que, cada año, mueren clandestinamente en Holanda.
Comienza el calvario. «Y entonces, los médicos pronunciaron esa palabra: eutanasia». Los doctores les aseguraron que una dosis de morfina bastaría para acabar «con su dolor y con el nuestro», explica Peter. Fue una «intervención» rápida pero, días después, comprendieron que su decisión había sido tomada «por comodidad» y comenzaron a sentirse culpables: «Hemos permitido la supresión de lo más precioso que teníamos: nuestra hija», lamenta el padre. «Antes de la intervención pensábamos que actuábamos por su bien, para que dejara de sufrir. Pero, en el fondo, fue una decisión egoísta», reconoce Machteld. Para su tranquilidad y la del doctor, el certificado médico no dejó rastro de culpables: Esther había fallecido de «muerte natural», como los veinte bebés que, cada año, mueren clandestinamente en Holanda.
Para citar este texto:
"«Lamentamos haber permitido la eutanasia en lo más precioso que teníamos: nuestra hija»"
MONTFORT Associação Cultural
http://www.montfort.org.br/esp/imprensa/mundo/20040706/
Online, 22/12/2024 às 21:27:23h