Doctrina

Almas excomulgadas, cielo e infierno
PERGUNTA
Nome:
Joel
Enviada em:
30/08/2005
Local:
Vitória - ES,
Religião:
Protestante


Apreciado profesor Fedeli (y otros)
 
    A pesar de no comulgar (ambiguedad intencionada) con su misma ortodoxia – y  considerando vuestras enseñanzas, mi alma, ay, ay, ay –  leo diariamente vuestro portal de internet, principalmente la sección de cartas.
    Admiro sobretodo la pujanza argumental, resultado evidente de mucho estudio y disciplina. Es patente en particular la determinación y el corage del profesor Fedeli en enfrentarse a adversidades ( y adversarios) en pro de la fe. El dijo que le gustaba el florete como arma, y yo lo considero un batallador eximio  a pesar de que, en algunos casos, me parece que utiliza el cañón contra las hormigas, es tal la fuerza con la que descarga sus argumentos.
    Dudo si no será contraproducente actuar siempre con este rigor. A pesar de que Cristo usó el látigo contra los vendedores del templo, sin embargo fue suave con pecadores como lo fue con Maria Magdalena, a pesar de aconsejarla a no volver a pecar.
    Pero el motivo que me ha llevado a escribir, es una duda acerca de la excomunión. El cristiano excomulgado (¿entonces ex-cristiano?) ¿deja de pertenecer a la Iglesia Católica, fuera de la cual no hay salvación?.
    El fragmento a seguir es uno de los textos del profesor:
    “Y aprendemos en el catecismo que la Iglesia es una por tener una sola fe indefectible, un solo supremo pastor – el papa, sucesor de Pedro y vicario de Cristo, hoy Juan Pablo II – un solo bautismo. La Iglesia es el cuerpo místico de Cristo, y, por ello, indivisible. Quien quiera que se separe de este cuerpo no tiene vida, y está muerto”.
 
    Considerando esta verdad, monseñor Lefebvre estaria lejos del cielo. O, sin eufemismos, quemandose en el infierno. Teniendo en cuenta la posibilidad de ser anulada  su excomunión por el papa Benedicto XVI, tal como lo ha preconizado hoy su portal de internet, ¿estará siendo rescatado del infierno? Si es asi, ¿ no habria habido una injusticia divina – sin ánimo de incurrir en herejia – para con un alma digna de la gloria celestial?, pues lo que determinaria su salvación no seria lo que el hizo ( o dejó de hacer), sino la repercusión de sus actos ante papa (y  la Iglesia).
 
    En esta secuencia de argumentos me pregunto: al final ¿cual es el concepto de cielo e infierno de la Iglesia Católica? La imaginación popular es pródiga en “dibujar” el cielo como un lugar de tranquilidad infinita con angelitos tocando trompetas y el infierno como un lugar donde manda un cornudo que mete a las almas pecadoras en aceite hirviendo. Tanto uno como el outro me parecen  muy fantasiosas. Sin embargo el problema está en que, mal orientados o por temor, los sacerdotes ya no hablan ni del cielo ni del infierno, como si temiesen ser ridicularizados por los “fieles”. A pesar de ser católico cojo, manco y tuerto, creo realmente que las almas buenas tendran derecho a un reposo y regozijo eterno.
 
 
    Me gustaria, antes de terminar, hacer una observación: me parece complicada la actuación de la RCC, que actua más por la catarsis (dentro del concepto de la psicologia) de que propiamente por la fe. Tampoco comparto (más) los principios de la teologia de la liberación, que naturaliza al hombre (naturalismo romántico) y le saca la savia de la fe.
 
    Sobre la transformación de sectores de la Iglesia por cuenta de la TL, recuerdo, dos momentos de mi vida. A los 12 años sentí la vocación a la vida sacerdotal. Comencé a frecuentar un seminario tradicional, con cerca de 80 seminaristas, en el que los directores espirituales derrochaban entusiasmo misionero. Con el tiempo, aquel seminario cerró y, con nuevos directores, se montó una casa en un barrio de la periferia. Los ocho seminaristas ( entre los que estaba yo con 17 años) tuvimos una excelente formación de ayudante de paleta y pintor, pues, a ejemplo de nuestros sufridos hermanos, teniamos que trabajar el dia entero en la construcción, comiendo en fiambreras y estudiando por las noches en un colegio público. Nuestro formador – sin que le guarde rencor – decia que era mejor aprender como era la vida del pueblo de que lo que enseñaban los libros. No habia tiempo ni siquiera para la oración en comunidad.
 
    Con todo  respeto a los que ejercen aquellas dignas profesiones antes citadas, más provecho hubiesemos sacado si hubieramos pasado el año encima de libros y más libros. Hoy tengo bien claro que para entender el sufrimiento del prójimo no es necesario colocarse en su misma condición. Naturalmante acabé apasionándome...por una bella moza, y puse las velas de mi barco rumbo a otra dirección que, por más señas, no tenia como puerto la Iglesia que habia conocido de pequeño. Y ya han decorrido veinte y tantos años.
 
                Me quedo por aquí
                Saludos en Cristo
                Ad discendum
                 J. S.
RESPOSTA

Muy apreciado Joel,
Salve Maria!
 
    En primer lugar, dejame agradecerte tus palabras de  elogio a nuestro trabajo. Este elogio tiene tanto más valor cuanto que proviene de alguien que – por ahora – no comulga todavia con  nuestra Fe. Eras católico e infelizmente te volviste protestante.
    Espero que, dentro de poco,  regreses a la única Iglesia verdadera, que es la católica Apostólica Romana, fuera de la cual no hay salvación.
    Observas, apreciado Joel, que no evito la dificultad, y que pretendo ayudarte en tu conversión.
    No oculto lo que pretendo: quiero que seas otra vez católico.
    Lo que atrae  la lectura de las cartas polémicas que escribo – y de las que elogias la firmeza de los argumentos – es la luz de la verdad católica. Esta verdad es la que es brillante y de una firmeza inquebrantable.
    Pena que mis flaquezas y defectos sean impedimento para que esa luz brille con tal fuerza
que te traiga de vuelta a la Comunión y a la Virgen.
    Tu te acuerdas ciertamente de la dulzura que la Comunión traia a tu alma cuando eras un niño de 12 años que comulgabas. Tu te acuerdas de la dulzura que el Ave Maria  ponia en tu alma, por  comprender que la Virgen es nuestra Madre de Misericordia y Medianera de todas las gracias.    
    Que Nuestro Señor te haga regresar, en atención a las preces de su Madre Santísima por tu alma.
    Es al niño de 12 años a quien escribo. Porque Jesús nos dijo que cuando recibiésemos a un niño de 12 años era a El a quien recibíamos.
    Es al niño Joel, de 12 años, que duerme en el fondo de tu alma al que me dirijo.
    ¡Vuelve! ¡Vuelve! ¡Vuelve cuanto antes!
    Nuestro Señor te espera en el confesionario, aunque el confesor sea un pobre sacerdote sin mucha instrucción, pero que, en el nombre de Dios tiene el poder de decirte, “Ego te absolvo a peccatis tuis, in nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti”.
    ¡Vuelve! ¡Vuelve a ser el niño de 12 años! Vuelve a comulgar. ¡Vuelve!
                                                 
 
    Hablando del estilo del portal de internet Montfort, te diré que tu mismo eres la prueba de la eficacia de nuestro método polémico, por nuestra manera de batirnos en duelo a florete y – a veces – con el cañón.
    Y el cañón no es contra las pobres “hormigas” bien amadas por Cristo, que por ellas vertió su Sangre preciosísima, sino contra los errores en los que estan, y que las envenenan. Pobres hormiguitas que se debaten en los sofismas y en los prejuicios contra la única Iglesia de Cristo, la Iglesia Católica.
    Cuantos, de los más de centena de millar de lectores del portal de internet Montfort, nos escriben, como tu, diciendonos que aprecian especialmente las cartas de Montfort – y no son solo las mias - por el estilo polémico utilizado.
    Tu sabes, caro Joel, que “el Reino de los Cielos es de los violentos que todo el dia lo arrebatan” (Mt. XI, 12)
    En estos malditos tiempos de relativismo, en los que no se cree en nada, la verdad católica proclamada sin miedo, es una luz que atrae como atrae una cerilla encendida brillando en las tinieblas
de la noche.
    ¿Qué digo? ¿Una cerilla encendida?
    Pobre cerilla encendida es la Montfort. Es Cristo quien atrae.
    El, el Sol de Justicia.
    ¡La cerilla, no!
    No la cerilla, sino el Sol de la Verdad, Cristo Dios, es quien verdaderamente atrae.
    Solo queremos exaltar a Cristo y a su Iglesia.
    ¿No nos dijo El: “Cuando fuere elevantado atraeré todos a Mi” (Jo. XII, 32)?
    ¿No nos dijo todavia: ”Cuando levantareis el Hijo del hombre, entonces conocereis que Yo soy” (Jo. VIII, 28)?
    El portal de internet Montfort solo quiere exaltar a Cristo y a su Iglesia.
    Es esto lo que atrae lectores y almas para El.
    Y que Dios nos guarde asi.
    “Ahora quien no tenga una espada que venda su manto y compre una” (Luc.,XII, 36).
    Vendí mi manto en los años de mi juventud.
    Ahora soy un viejo profesor que polemiza.
    Sin manto.
                                                   
 
    Evidentemente que quien es legítima y justamente excomulgado deja de pertenecer a la Iglesia. Pero la excomunión, para ser válida, exige que se haya caido en pecado, cuya pena sea la exclusión de la Iglesia. Y ni Monseñor Lefebvre ni Dom Mayer cayeron en cisma al consagrar a los obispos de la Fraternidad, por que, en el mismo acto de la consagración, tuvieron el cuidado de proclamar que el Papa era el único jefe de la Iglesia, y que querian permanecer unidos al Papa, reconociendo su jurisdicción. Consagraban a los obispos apenas para que ordenasen sacerdotes que rezasen la misa de siempre, obedeciendo a Cristo.
    Ahora, el encuentro de ayer de Dom Féllay con el Papa Benedicto XVI abre el camino para que se haga justicia a Dom Lefebvre y a Dom Mayer, estos dos obispos heroicos, que se enfrentaron a todo y a todos, para mantener viva la Fe y la Santa Misa de siempre.
    Dios los recompense eternamente por el bien inmenso que hicieron a la Iglesia y a las almas, y cuya catolicidad el Papa Benedicto XVI está a punto de proclamar.
                                               
 
    Sobre el infierno, te pido que leas y reflexiones lo que dice Nuestro Señor en el Evangelio, quien al condenar a los malos les dirá:
    “Apartaos de Mi, malditos, para el fuego eterno, que fue preparado para el demonio y para sus ángeles” (Mat. XXV, 41).
    Estas palabras del Verbo de Dios Encarnado no pueden ser falsas, apreciado Joel. Si la pedagogia nos indica  que hay explicar esta verdad terrible al pueblo simple por medio de imágenes simples, esto no nos debe hacer dudar de la verdad expresada por Cristo, Verdad, Camino y Vida.
    El infierno existe y en el hay fuego de verdad. Lo dijo la Verdad, Cristo Dios y Hombre.
    Y por más que sacerdotes malos y herejes, asi como pseudo-pastores herejes y malos, se rian del infierno, Cristo es el que dijo la verdad sobre el, y sobre el fuego eterno que hay en el.
                                                 
 
    Que bien que tengamos la misma posición frente a los errores de la Teologia de la Liberación y de la RCC.
    Esta última es protestantismo travestido de católico, y lleva a los católicos a la herejia protestante, a la excomunión, con la consecuente caida en el infierno, caso no se arrepientan.                          
    Me sabe mal que en el seminario tuvieras que aprender el oficio de paleta o de pintor. Tienes toda la razón al decir que hubiese sido mejor que te hubieran enseñado la verdad católica. Cuantos seminaristas no han caido en  la herejia y se han corrompido por los malos seminarios actuales, donde se difundem herejias en profusión, y donde se corrompen las almas de un modo escandaloso.
    ¡Qué desgracia!
                                                 
 
    Termino dandote una respuesta sobre el cielo.
    No haré una exposición larga y teológica sobre el cielo. Citaré apenas los versos de un gran poeta, doctrinariamente muy malo, Dante Alighieri. Pero, como dice el adagio, “a veces hasta el diablo dice: ¡Ay Jesús!”, “hasta el diablo puede decir una verdad”, asi pues Dante puede decir verdades en algunos versos que el sabia hacer como nadie:
    Asi genialmente escribió Dante sobre el cielo:
 
             “Luce inttelectual piena d"amore,
             Amor di vero ben, pien di letizia,
             letizia che trascende ogni dolzore” (Dante, Divina Commedia, Paradiso. XXX, 40-42).
 
    El cielo nos dará la dulce posesión de la Verdad, que es una luz intelectual llena de amor. El amor del verdadero bien, lleno de alegria. Alegria que trasciende toda dulzura terrena.
    ¡Oh, sin deseo, segura riqueza!
    “O Sanza brama, sicura ricchezza” (Dante, Divina Commedia, Paradiso, XXVII,9).
    Es de esa luz intelectual, que solo se encuentra en la Iglesia Católica Apostólica Romana,  es de esa “sicura ricchezza” que deseo ardientemente que tu vuelvas a compartir con la Iglesia verdadera, mi caro Joel.
    ¡Vuelve!
    Vuelve y colócate al lado derecho de Jesús. Con  Maria.
    Cum Petro et sub Petro.
    Ardientemente lo deseo.
    Desiderium desideravi.
    
In Corde Jesu, semper,
Orlando Fedeli